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Showing posts from February, 2024

“Why is it the words we write for ourselves are always better than the words we write for others?”

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No lo sé, pero así es. Debo explicarme, estimado lector. Lo que tiene ante sí es una página electrónica en la que iré dando debida cuenta de mis cuitas literarias; y no tanto de lo que se me vaya ocurriendo en lo sucesivo como aquello en lo que he venido trabajando (imaginando, pensando, soñando, escribiendo, pintando, concibiendo) desde hace más de una y dos décadas. Con el tiempo lo he ido desvelando: el arte de escribir es antes una mística que una profesión. No garabateo cuadernos de sueños, pensamientos y fantasías por afición sino por íntima devoción; ignoro cómo uno se hace uno escritor ni qué proporción de locura se ha (con)tener para dedicarse a la enfermedad de las letras, pero una vez se arriba a sus costas ya no hay embarcación de vuelta que valga. Y aludo principalmente al ritmo del teclado; al desvanecerse en la trama del pensamiento que se desmadeja en forma de signos de escritura; a ese tipo de concentración que navega entre la duermevela del alucinado y la agudeza del ...

Onírica, cuento de ensueño

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En un escritorio de elegante factura, bajo un arco amenazante de lunazul, la silueta del tiempo amordazada por una túnica desteñida relataba la historia de un país antiguo que fue infancia. Frente a sus ojos cansados un reloj de latón hacía tic tac; y tic se entristecía y tac volvía a soñar. Si fuéramos águilas descenderíamos en majestuoso vuelo desde alguna loma prohibida allende los mares, y sorteando los aquilones lavaríamos nuestros humos entumecidos con el gélido aliento del este. Cordeles de oro deslumbran ya el plumaje de corteza de abeto mientras ojuelos imperiales atisban la muralla. No alertamos el peligro inmemorial y al instante un espejismo aterrador nos arrebata de las nubes, porque los brazos deformes de miles de monstruos blancos laceran nuestro vientre, y heridos de muerte caemos. Y si no atendiéramos al dolor palpitante de nuestras entrañas, contemplaríamos las copas heladas de los árboles-montaña. Pocas letras tiene bosque. Gigantes apelotonados con cabeza de hielo, ...